martes, 30 de marzo de 2010

FILTRADO DE SOL

“Cuando el cántaro que se llena con las lágrimas que el mundo deposita en él se desborde, la vida obtendrá una tonalidad distinta”, no sabía si era para bien o para mal, las palabras dichas por su abuela, una vieja tan anciana como la casa en la que vivía, parecían hechas la una para la otra, en un ambiente atemporal, inerte, con los mismos utensilios cachivaches que se podían ver año tras año, los calendarios pegados en el muro corroído, que parecía un libro antiguo por el añejo de su color, y las líneas que el tiempo había dejado en él, el iba donde su abuela a oler un tiempo que ya no era el suyo un pasado con otro tipo de realidades y conceptos, era como un nido para él cuando el había ido a vivir con la abuela, viuda y eterna siempre recordaría esa casa con una tarde soleada, con los arbustos que filtraban la luz y se veían color oro, con el sol suave como haciendo una caricia a la tierra, esa casa que ahora tenía un concepto, un secreto que él y los muros compartían, aquellos muros de esa casa vieja que tenían un pedazo de su historia, tal vez… el más claro que él había tenido, no podía decir que el más feliz, el desde niño miraba al mundo con una frivolidad rara en un pequeño, cada año más mientras más crecía se daba cuenta que sus conceptos no eran los de la mayoría, no tenía el mismo tipo de alegrías, sufría al ver que una nube tapaba el esol, o le molestaba que los chicos molestaran a las niñas, no vivía feliz, se le encontraba suspirando con la mirada perdida, todos lo miraban como a un niño melancólico, nunca se sintió comprendido, no quería serlo, siempre encontró su historia como un punto y aparte de los demás un concepto salido de fuera, no entendía al humano común, ahora era joven ya no le preocupaba, en su soledad se dio cuenta que el no iba a ser aceptado tal cuál, ya no le preocupaba, miró a la vieja le dijo, bueno abuela se me hace tarde me voy mira que la noche se viene y no me gusta la casa cuando anochece, ella le despidió con una venia. Diciéndole está bien lucho, sólo no te olvides de visitarme más seguido, sabes que me haces bien, eres extraño pero me gusta, no vienes a hacerme preguntas de si estoy bien o dándome un concejo de cómo mejorar mi vida con esos aparatos modernos, cuando hablo contigo no me siento vieja, sabes que te quiero hijito Mio, le dio un beso en la frente, lucho salió al camino viendo como la casa y los arbustos de ella se iban filtrando recordando esa imagen de su infancia, como en una eterna repetición, una foto que se colgaba, una obra de arte que se dibujaba año tras años ignorando al tiempo y a su paso, ahora salía de su nido cerró la puerta y empezó a caminar con la mirada perdida de siempre, no había encontrado trabajo en 6 meses, por suerte que gozaba de buena salud, estaba sólo el lo sabía aunque ahora ya no hacía ningún esfuerzo por dejar de estarlo simplemente había aceptado su soledad como algo irremediable como un mal que es un compañero, una vez atrás estuvo enamorado, pero apuntó mal… no le gustaba la chica con la que había logrado encender el fuego de amor, ella lo amaba con locura, pero el sólo pensaba que era desagradable, una pesada completa, todos le decían que era amor, el se lamentaba y decía que no era para ella y que ella no le amaba, el les repetía si el sentimiento no es mutuo, entonces no es amor es simple obsesión, si ambos no se consumen con la mirada, no es más que un capricho, aunque la muchacha había llorado un mar de lagrimas en su nombre el no sentía el menor remordimiento, es más no lo mencionaba en lo absoluto, la vida le demostraba que el no pensaba como los demás o al menos la mayoría, también le molestaba sentirse en un pequeño grupo de personas que son rechazadas, físicamente el era apuesto, aunque por dentro su espíritu no tenía la forma humana, eso lo sentía, sus ambiciones desaparecían en cuanto se daba cuenta de lo hueco que era tener una ambición, era mejor seguir adelante, detestaba ver como se podían sacar un ojo por dinero, o por celos, le asqueaba, podía pensar en las mujeres, las deseaba pero nunca hizo grandes intentos por lograr conquistar a alguien, era parte de su lógica de que si algo era mutuo iba a funcionar si o sí, no creía en las conquistas, ni que fueran “potrancas para domar” creía que las conquistas era otra manera de las muchas absurdas para impulsar el mercado con el clásico dicho “si me quieres, regálame algo”, se preguntaba quién fue el perverso inteligente, que logró venderle un artilugio al primer pelmazo enamorado, tal vez el padre comerciante de alguna beldad en la antigüedad, y empezó ese circulo vicioso, meditaba esto mientras cruzaba la pista, suspirando para variar, suspiraba mucho, al pasar la pista vio otras personas que esperaban en la estación el bus, se veían normales, un niño lloriqueando por un regalo no satisfecho, una adolescente que se turbó al verlo, eso le agradó, “a pesar de lo loco que estoy, por fuera todavía puedo estar entre ellos” se decía, “y soy agradable”, era algo al menos, siguió esperando se cruzaron un par de miradas, y ella no le miró más es natural pensó, siempre que había logrado establecer miradas las mujeres después de un rato, recapacitaban de su momento de desliz, el pudor femenino guarda muy bien los sentimientos que protegen, con miradas que pueden estar llenas de vacío a pesar que la emoción no les permita caminar, su pudor les hará caminar por un desfile, es una arma mortal para los varones débiles, siguió esperando esta vez no esperando una mirada de correspondencia, mientras el llanto del niño llamó su atención le pareció despreciable la manipulación por parte de la pequeña criatura mocosa e incómoda, llorando por la satisfacción de una golosina cara, sólo por tener la estúpida cara de un dibujito deforme, vaya se dijo “estos empresarios, si que saben vender idioteces a los idiotas”, se preguntó con qué clase de idiotez lo convencían a él. Subió en el bus, estaba medio vacío, veía a los pasajeros con la misma cara uniforme de siempre parecía que cuando viajaban apagaban sus sentimientos hasta llegar al destino, y ahí se disponían a vivir nuevamente, el no sentía lo mismo, siempre se sentía mirar por una ventana, sus preocupaciones eran distintas, no le importaba tener enamorada, su soledad no le era incómoda, aunque sus amigos ya tenían hijos, o estaban en planes, con esos momentos locos que la juventud tiene, de llantos de pareja, peleas y reencuentros apasionantes, aunque había tenido ya varias amantes nunca había sentido el temblor en su cuerpo, nunca otro ser le había llevado al delirio, que tanto leía o escuchaba de sus amigos y demás, no le quemaban las pasiones, no había una mujer idealizada en su interior, no tenía la cabeza caliente, aunque la gente a su alrededor gustaba de decirle que sus miradas eran debidas a una mujer, seguramente oculta, que no había contado a nadie, le gustaba mantener las cosas en esa forma, de esa manera los mantenía ocupados con respecto a él, cuando llegó a la estación de paradero cercana a su casa, observó que ya era de noche, la vívida noche, donde todos parecen estar más atentos… al menos para él, sentía que a esa hora las personas despertaban más sus instintos primitivos, la gente estaba más despierta antes de rendirse en el ocaso del sueño, siempre a esta hora deseaba tener a su lado una joven, con la cual poder tener pasiones, de una manera liberal pero a la vez especial una nínfula que venga a su casa, tenga un agradable encuentro y después desaparezca exactamente en el momento en que nuestras pasiones se terminan de consumir para volver a aparecer más adelante, con más fuerza, no gustaba de compromisos, sólo de las pasiones que ellos desatan, el amor era algo perfecto que no era hecho para humanos comunes, por no decir tontos, es que la gente estaba tan concentrada en desarrollarse económicamente, en desarrollarse profesionalmente, que obviaban otros tipos de desarrollo, especiales, mentales, las personas sólo juzgaban a otros pos sus logros materiales, mas no por el desarrollo mental que lograban, al fin y al cabo no se puede pedir mucho de una persona que no ve más allá de una cómoda casa, un buen auto en el cuál movilizarse y una buena cuenta en el banco, no, no había más allá para el humano promedio, es por eso que necesitaban de psicólogos otros profesionales desarrollados por la falta de autocomprensión humana, la gente sólo quiere vivir en la superficie es por eso que cuando la vida cae en una de sus profundidades muchas personas no logran seguir nadando y avanzar, es que era tan difícil, como convencer a otras personas que significas algo, estos pensamientos le llegaron mientras cruzaba el patio de su casa para entrar, vió a una persona ebria caminando por la acera antes de llegar a su casa, el se paró lo miró en actitud provocadora y le aventó a la madre, él simplemente hizo una mueca, el se recordaba que también muchas veces el había sido parte de esa comunión con baco, había estado en escándalos, siendo parte de una trifulca, no tenía cara para mirar a aquel tipo y hacerlo callar, lo ignoró y vió al borracho alejarse con un aire triunfante, aunque sabía que para mañana eso iba a ser otro motivo de remordimiento para decir que “no iba a volver a tomar jamás”, entró en su casa, y no prendió ninguna luz, no era necesario, no gustaba de tener las luces prendidas, oyó otra vez el sonido del goteo persistente de la cocina, carajo pensó “sólo cuando algo empieza a joder toma importancia”, se dio cuenta del número de cosas que podían molestar era infinito, y que siempre habría algo ahí para darle molestia, entró a su cuarto, gustaba de tender su cama, eso lo satisfacía al volver a hecharse, hace tiempo que vivía sólo, gustaba de su soledad, de todas maneras siempre estaba sólo aunque paraba con sus amistades, los miraba jugar, se daba cuenta que tenían una manera distinta de pensar, ellos ansiaban cosas normales o por mejor decir comunes, dinero, estabilidad, amor, así que había una manera de poder comunicarse, cuando los intereses son comunes, se puede sociabilizar, se hechó en su cama, se puso a pensar en su ninfula imaginaria, eyaculó y se durmió